sábado, 12 de diciembre de 2020

PIEDRAS OSCILANTES. GUARDIANAS DE LA VIEJA CULTURA ATLANTICA

 

PENEDO ABALLON

En lo alto de las montañas de Penouta, en tierras del concejo asturiano de Boal, una misteriosa piedra oscilante se acurruca bajo el abrigo de las cumbres, dejándose acariciar pausadamente por los vientos del mágico Cantábrico, nuestra pequeña porción del Océano Atlántico. Una piedra que guarda los secretos de los antiguos rituales celtas que los moradores de estas montañas, llevaron a cabo, hechizados, posiblemente, por la insondable magia y misterio que despide el Penedo Aballón.


PENEDO ABALLON

Que estas tierras estuvieron habitadas desde la prehistoria, lo confirma el hecho de que sean varios los túmulos o mamoas, que salpican las alturas de la sierra. Viejos testigos de una cultura también vieja como los tiempos, que tenemos el deber de proteger, cuidar y transmitir, pues solo se ama lo que se conoce.

El Penedo Aballón pertenece al grupo de piedras oscilantes, comunes a prácticamente todo el mundo, pero que adquieren un carácter especial en nuestras queridas tierras celtas. Piedras que mantienen de forma casi inexplicable el equilibrio sobre mínimos puntos de apoyo, generalmente otras piedras más pequeñas, y que bailan, oscilan, con la aplicación de una pequeña fuerza sobre un punto concreto, e incluso por la acción del viento. Quizás, porque es en estas piedras donde se ubicaron diferentes creencias, ritos, leyendas, bañadas por la mágica bruma de la vieja cultura celta, tienen ese carácter atractivo, misterioso, hipnótico. La piedra granítica del Penedo Aballón se levanta en la vertiente sur de las cumbres de Penouta, donde guarda sus secretos ocultos en sus 18 toneladas de peso. Debemos decir, que como en tanto lugares, la incultura, campó a sus anchas, ya que la piedra fue derribada, al parecer de forma intencionada, Por suerte se restauró para que podamos seguir disfrutando de su atávica magia.


PENEDO ABALLON

Pero como ya he escrito, son muchas las piedras de este tipo, a lo largo y ancho de las viejas tierras de los celtas, invitándonos a un delicioso viaje buscando las raíces conjuntas de su vieja cultura, un viaje al que nuestras viejas y gastadas botas de viento y hojarasca no pueden ni quieren resistirse. Nuestro caminar pausado, comienza al oeste, allí donde el sol se esconde diariamente, al cobijo telúrico del Atlántico, nos vamos a Galicia. Muy cerquita del cabo Finisterre, encontramos el santuario de la Virgen de La Barca, en la localidad de Muxía. Allí un templo dedicado a esta virgen, se levanta sobre un antiquísimo lugar de culto ancestral. Entre los varios elementos encontramos la conocida como “La Piedra de Abalar”, la historia viene a cristianizar un arcaico culto a las piedras que posiblemente ubicaron aquí los antiguos moradores de estas tierras. Cuentan que la piedra es la barca en la que la virgen acudió a Muxía para dar ánimos al Apóstol Santiago. No se escapa que el culto a esta piedra y a las demás que comparten este bello escenario, es muchísimo más antiguo, herencia de una vieja cultura que hunde sus raíces en las brumas del Atlántico. Esta piedra, a decir de los paisanos, se mueve cuando ella quiere, e incluso dicen que tiene la facultad de probar la inocencia o culpabilidad de las personas. Otras piedras de abalar en tierras galaicas son la de Castro do Faro en O Porriño; o la de Pena da Conga en Melide; parece que hubo otra, ya desaparecida, en las Islas Cíes, en el canal Da Porta, de la Isla do Medio; la de Corbelle en Villalba; la de Santa María de Paradela en Cambados; la de Sande, en el monte Castro, Ourense; la Pedra do Equilibrio en Ponteareas; o la de Villamayor de Boullosa.


CONJUNTO DE LA VIRGEN DE LA BARCA

Pero, continuemos con nuestro viaje, dejándonos acariciar por la magia del Navia, el río con nombre de diosa, a cuyo arrullo está el Penedo Aballón, para llegar hasta tierras sorianas. Es aquí donde, en tierras arévacas, donde encontramos, al arrullo del Duero, la Piedra Andadera, en Salduero, que hace las veces de mojón fronterizo entre dicha localidad y la de Covaleda. Dicen que tiene la facultad de caminar,

Vamos, ahora, a permitirnos desviarnos un poquito, y llegar hasta tierras vasconas, donde nos topamos con la mítica Arrikulunka, allá en los impresionantes cordales del valle de Baztán, al norte de Navarra, donde se localiza está piedra oscilante, al abrigo del pico Hargibel. Cuentan las viejas leyendas de la mitología vasca, que fue Roldán, gigante mitológico a medio camino entre la historia y la leyenda, quien la arrojó hasta allí.


ARRIKULUNKA

Retornamos al arrullo del Océano, y giramos nuestro rumbo decididamente, buscando el norte, hasta otro Finisterre, el bretón. Brehiz,Bretaña, tierra embaucadora como pocas, guarda la esencia de la vieja cultura de los celtas, de los bardos y druidas, de los robledales sagrados, de los misteriosos megalitos, y de la mar embravecida,… y del rey Arturo. Y si hay un sitio en estas bellas tierras donde cada rincón guarda la esencia de este mítico rey, es An Uhelgoad, Huelgoat, un pequeño pueblecito del departameto de Finistère. En sus alrededores, un bello bosque, salpicado de piedras graníticas, cuevas y gargantas, crean un autentico compendio mítico, lleno de leyendas, un lugar del que los korrigans han hecho su hogar. Entre ellas encontramos la Maen-Dogan, Roc´h-ij, Ar Roc´gren, Roc´h a Kren, como se conoce en bretón a la Roche Tremblante. Piedra oscilante inscrita en el Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial de Francia, dicen que nadie ha sido capaz de moverla, por mucho que se ha intentado. La leyenda, cuenta que fue el gigante Gargantúa el responsable de la ubicación de la piedra, pues, enfadado por la poca comida que los moradores de Huelgoat le ofrecían, les arrojó guijarros pulidos desde Bro Léon, País o región de León, al norte del territorio bretón.


LA ROCHE TREMBLANTE

Nos sumergimos, ahora, en el mar celta, para alcanzar Kernow, Cornualles, y toparnos con las viejas historias de las brujas. En concreto una piedra que se ubica en las cercanías de Nancledrea, cuentan que si alguien tocaba la piedra nueve veces se convertía en bruja, y que esta solo oscila cuando estas hechiceras no estaban por allí. Seguimos en tierras córnicas, pues es también en estos mágicos parajes, donde encontramos otro Finisterre, el conocido como Land´s End, donde un gigante colocó una piedra, cuyo sonido utilizaba para dormirse. Sin olvidarnos de la Logan Rock, cerca de la localidad de Treen.

Un poco más al norte, en el Condado de Yorkshire, topamos con al piedra de Brimham, que tan solo lograría hacerla oscilar un hombre honrado.

Y como no, en la isla esmeralda, en la bella Éire, en Irlanda, encontramos la piedra de Croclaugh, en Donegal, sobre la que era costumbre derramar agua, leche o cerveza en libaciones.

Sin olvidar otras muchas como son el Cancho que se menea, o la Piedra bamboleante, ambas en Extremadura, o la de Pedralta en Saint Feliu de Guíxols, en las costas mediterráneas.


PEDRALTA EN SAINT FELIU DE GUÍXOLS

Retornamos nuestro caminar a tierras astures, a la magia de las brumas eternas del Cantábrico, dejamos allí en sus feudos míticos, bellos, enigmáticos a las viejas piedras de Abalar. Volveremos a escuchar su magia, sus viejas historias y tradiciones, a dejarnos embaucar por sus misterios insondables.

 

 

 

 

 




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