domingo, 29 de diciembre de 2013

EL PICU URRIELLU: LA IRREMEDIABLE ATRACCION DE LA BELLEZA


EL NARANJO DE BULNES, REFERENTE MONTAÑERO

 
EL PICU URRIELLU DESDE EL ACCESO A VEGA URRIELLU

Entre la atormentada orografía que compone el sistema central de los Picos de Europa, sobresale espectacular, soberbia, imponente, atractiva la cima del Picu Urriellu, también conocido como Naranjo de Bulnes. No es la cima más alta de la cordillera, pero sus 2.519 metros de altitud, han ejercido una llamada íntima a muchos escaladores que atraídos por su magnetismo inexplicable, se han acercado a sus verticales paredes.

LA MAJESTUOSA CARA OESTE

Esta impresionante cumbre se ubica en el Concejo de Cabrales, en territorio asturiano,  sus calcáreos farallones son un referente del alpinismo europeo, donde se han escrito auténticas gestas montañeras, pero también grandes tragedias a la sombra de sus pétreos abismos.

Fue un 5 de agosto de 1904 cuando se realizó la primera ascensión al "Picu", a cargo de don Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa y de Gregorio Pérez, el Cainejo, un pastor natural de la localidad de Caín. Fueron ellos los que terminaron con la creencia de que la montaña era totalmente inexpugnable, para ello se encaramaron por una grieta de la cara Norte, curiosamente no es la vía de acceso más accesible, atados con una cuerda de cáñamo que el marqués había adquirido en Londres, con alpargatas don Pedro y descalzo Gregorio. Aún hoy sorprende la osadía de éstos pioneros al encaramarse a la vía que actualmente lleva su nombre: la "Pidal/Cainejo", una grieta de 450 metros y de dificultad V según la graduación de la UIAA (Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo). En la escalada, un bloque de roca conocido como "panza de burra", que aún hoy perdura, les supuso  una de las grandes dificultades que tuvieron que sortear, según la narración de los propios pioneros.

EN LA CARA SUR DEL PICU URRIELLU

Pasan dos años hasta que el alpinista bávaro Gustavo Schulze asciende en solitario por una variante de la Pidal/Cainejo y desciende por la cara Sur, actual vía habitual de descenso. Habrá que esperar hasta 1916 para tener la tercera ascensión de la montaña a cargo de Víctor Martínez, que sube y desciende por la ruta original, bajando un trozo de cuerda que había dejado allí Gregorio Pérez. El mismo Martínez se convierte en 1924 en el primer guía del "Picu", tras subir con un cliente catalán por la cara sur. Este mítico guía es el encargado junto con Marino Quel de subir el primer buzón a la cima, hecho que tiene lugar el día 17 de agosto de 1926 por la cara Sur, éste buzón pertenecía al club de montaña madrileño Peñalara.

Poco a poco la llamada del "Picu" va calando en los deseos de muchos alpinistas que llegan a sus paredes, la primera vez que alguien duerme en la cima de la montaña es el 8 y 9 de agosto de 1933, a cargo de Enrique Herreros, Félix Candela y Roberto Cuñat, suben y bajan por la Sur.

La primera ascensión femenina se da el día 31 de julio de 1935, María y Antonio Pérez, nietos del Cainejo suben junto con Alfonso Martínez.

BAJO LA CARA OESTE

Se suceden las escaladas y las tragedias hasta que llegar a la época actual en la que se están liberando muchas de las vías clásicas de escalada artificial, principalmente de la sobrecogedora cara oeste, con nombres tan notables como Carlos Suárez, los hermanos Pou o Silvia Vidal entre otros.

Una ruta clásica de acercamiento a la base de la montaña, es la que parte de las cercanías de la aldea de Sotres. Cuando comienzas el caminar pausado en los invernales del Texu, no puedes esperar el asombro, el impacto que causará en tu alma la visión del "Picu" que aparece tras una revuelta del camino a la altura del collado Valleju, que se alcanza tras superar el collado de Pandébano y la majada y refugio de La Tenerosa.

La montaña que ha ocupado tus sueños se presenta inexpugnable, hermosa, atractiva, temible. Por mucho que  hayas visualizado mil y una fotografías, croquis, e incluso hayas visto la montaña desde otos puntos de la cordillera, hay algo especial que te recorre el cuerpo cuando ves el "Picu" desde éste punto, tal vez sea la certeza de que vas a encaramarte a sus paredes, de intentar alcanzar su punto más alto, de tratar de embaucar a la montaña para que te permita ver el mundo desde su mágica cima.

Una subida por una pedrera nos deja en la Vega de Urriellu, en la base de la montaña donde bajo su impresionante cara oeste se ubica el refugio Julián Delgado Úbeda.

Es entonces donde comienza la escalada, por cualquiera de sus caras, poco a poco el patio pétreo se va abriendo a tus pies, la sensación de abismo se intensifica, te agarras con fuerza a la roca te fundes con ella, así alcanzas la arista final, y la cima, ya no queda más por subir, te sientas junto a la pequeña figurita de la Virgen de la cima y te embarga una sensación difícilmente explicable y comprensible, si no se siente esa indescriptible necesidad de subir montañas.

FIGURA DE LA VIRGEN Y EL NIÑO EN LA CIMA DEL PICU URRIELLU

Queda bajar a la seguridad del refugio o de la tienda, a disfrutar de las sensaciones vividas, de la cima que ha quedado allá arriba a muchos metros sobre tu cabeza, regresas consciente de haber entablado un contacto íntimo, personal con la gran montaña, de sentir que ya forma parte de Ti mismo y tal vez Tú hayas formado parte de ella aunque sólo fuera por un efímero momento. Es hora de repasar mentalmente junto al fuego, los mil y un evocadores nombres de múltiples vías como la "Directísima de Los Martínez", el "Pilar del Cantábrico", "Sueños de invierno", rutas que quedan grabadas en la esencia y el misterio del Picu Urriellu.

viernes, 20 de diciembre de 2013

CASTROS CELTAS: LA MAGIA DE UNA CULTURA ANCESTRAL


CASTROS CELTAS. Un antiguo legado

 
CASTRO DE A CIDÁ
-Costa da Morte-


Bosques brumosos de árboles centenarios; acantilados profundos bañados por la bravura del Océano Atlántico; antiguos mitos; elfos; duendes; misteriosos megalitos, que ocultan su historia y sus secretos en la profundidad de sus primitivas piedras; ancestrales leyendas que hunden sus raíces en lo más profundo de la cultura de la vieja Europa; druidas; y por supuesto enigmáticas aldeas, los castros. La magia de la ancestral cultura de las tribus celtas está rodeada de un halo de misterio que irremediablemente atrae con la misma fuerza con la que rompen las olas atlánticas en las costas de Galicia o Asturias, Irlanda (Éire), Cornualles (Kernow) o Gales (Cymru), Escocia (Alba), la isla de Mann (Ellan Vannin) o Bretaña (Breizh, antigua Armórica), e incluso Cantabria y el País Vasco.

 
CASTRO DE COAÑA
-Asturias-

En determinadas zonas del área de influencia de éstas antiguas tribus, se da un tipo de poblamiento muy especifico, de enorme belleza y ancestral energía, son los castros. Si bien su máximo exponente lo encontramos en Galicia, Asturias y Portugal, también se dan en Cantabria, el País Vasco, Zamora o León, dando lugar incluso a una cultura concreta denominada "cultura castreña".


                                                CASTRO DE SANTA TEGRA
                                                           -Laguardia-

 
Son poblados construidos por tribus que poseían un fondo común celta pero que eran totalmente independientes, se trata de edificaciones fortificadas sobre lugares estratégicos y cuidadosamente elegidos, aprovechando lo que la orografía aportaba principalmente para su defensa, como podían ser acantilados, ríos, etc, el resto del poblado se fortificaba con murallas, en ocasiones, con varios cinturones defensivos. Pero no se limitaban a observar las necesidades defensivas para su construcción, los sabios y druidas de la tribu, eran los encargados de determinar el lugar donde se ubicaría el poblado en base a observaciones y estudios tanto telúricos como simbólicos y orientativos del lugar, los celtas hacían pocas cosas sin tener presente los aspectos mágicos o místicos. En muchas ocasiones aprovechaban ubicaciones de tribus más antiguas de origen prehistórico para al construcción del castro, lo que les da a éstos mágicos lugares un halo mucho más antiguo y misterioso, que se respira a nada que nos acerquemos a uno de ellos y que nos enlaza directamente con la Edad del Hierro.

CASTRO DE A CIDÁ
-Costra da Morte-

La mayor parte de las viviendas eran de planta circular, en principio en su construcción se usaba el barro para las paredes y materia vegetal para la techumbre, evolucionando posteriormente a paredes de mampostería. No se observa una distribución urbanística, pues se construía en base a la estructura del terreno, pero si se observan canalizaciones. En las excavaciones de los diferentes castros se han encontrado restos de aperos de labranza, cerámica, bronce, hierro, y algo muy común entre las tribus celtas, una maravillosa y trabajada orfebrería de oro, que nos deja hermosos torques, hebillas, fíbulas, diademas, todo ello profusamente decorado con multitud de símbolos solares y de otro tipo relacionados con las creencias y mitología céltica.

MURALLAS DEL CASTRO DE COAÑA
-Asturias-

Estas construcciones como muchos elementos de la cultura celta están vinculadas a múltiples creencias, así, en Galicia, se cree que bajo los castros habitan los "mouros", seres míticos que esconden fabulosos tesoros que tan sólo serán mostrados a la persona osada, que se atreva a acercarse a los castros en la noche de San Juan, son tesoros en forma de saberes trascendentales y conocimiento, nunca riqueza material.

CASTRO DE COAÑA
-Asturias-

Tras los datos científicos, en éstos antiguos poblados, se esconde, al igual que los mouros, una magia que te envuelve como la bruma en el bosque cuando el viajero visita uno de éstos castros, bien sea junto al Océano Atlántico o perdidos en los más profundo de los bosques y montañas. Te susurran su magia con su ancestral rumor, heredada de una cultura singular, con unas raíces antiguas y sabias. Susurro que te lleva a disfrutar del misterio telúrico del castro de O Cebreiro, en Os Ancares; del rumor marino del poblado de Santa Trega en Laguardia; del de Baroña en la ría de Noia; del de A Cidá, en la Costa da Morte; del rumor del bosque que rodea al asturiano de Coaña; de la calma ancestral del alavés del alto de Castejón, en Navaridas.

CASTRO DEL ALTO DE CASTEJÓN
-Navaridas-

Antiguas construcciones que marcaron la vida de gentes antiguas cuya forma de ver la vida nada tiene que ver con la nuestra, pero a los que nos une el invisible hilo del misterio.

 

CASA EN O CEBREIRO
-Os Ancares-
 
Interesante documental del canal historia,
describiendo la cultura en los castros:
 

viernes, 6 de diciembre de 2013

MENHIR DE SOALAR. EL PERIPLO DEL GUERRERO DE PIEDRA


EL MENHIR DE SOALAR

 


Cuando el 13 de junio de 1973, el fraile de la localidad baztanesa de Lekaroz Francisco Ondarra Erdozia, conocido como "Aita Patxi", descubrió un menhir tumbado en el collado de Soalar, nadie pensaba el curioso y triste periplo que ésta joya del megalitismo navarro tendría que sufrir.

El collado y cima homónima de Soalar se localiza en el Pirineo vasco a 827 metros de altitud, en pleno valle del Baztán. Al norte linda con la localidad de Arizkun; al Oeste con la capital del valle, Elizondo; al sur con el pueblo de Beartzun; y al este con el majestuoso pico de Auza. Es un lugar mágico de paisajes abiertos, casi sobrecogedor, donde los vientos pirenaicos nos susurran antiguas leyendas, cargado de restos megalíticos testigos del pasado pastoril de las gentes que desde antaño habitan éstas tierras. Es en éste collado donde fue descubierto el menhir de Soalar, en su entorno se localizan, además, 6 dólmenes, 3 túmulos y 4 crómlechs. Se trata de un bloque de piedra arenisca terminado en punta de unos 4,35 metros de altura;  su peso ronda los 3.500 kilogramos; su ancho oscila entre los 60 centímetros de la base, 95 centímetros en la mitad y 20 centímetros en la punta; su grosor es de 0,20 a 0,50 centímetros.
 

Su odisea, comienza en otoño de 1992, cuando el menhir desaparece de su ubicación original, no se sabe nada de él, hasta que el propio "Aita Patxi" lo localiza en la primavera de 1993, en la zona de Ezkaldo, en la localidad de Gartzain (distante a unos 15 km. de Soalar). Se halla tirado junto a una pista forestal y al parecer lo habían trasladado allí con el fin de ser utilizado en la construcción del dintel de un caserío.

Pasa el tiempo, hasta que vuelve a desaparecer en verano de 2003. En otoño de ese mismo año, miembros del grupo Hilharriak, dedicado a la catalogación megalítica, reciben el aviso de la localización del menhir en un caserío de Gartzain, está siendo usado como soporte de una canasta de baloncesto !!!!.
 

Se recupera el megalito y es entonces cuando se llama a unos arqueólogos de la universidad de Alcalá de Henares, para realizar un estudio que les lleva a confirmar la importancia del menhir, equiparable con los megalitos de Bretaña y del sur de Portugal.

Estamos ante una magnifica muestra del megalitismo atlántico, el menhir representaría a un guerrero, que mantendría unas proporciones escultóricas entre la cabeza y el cuerpo (1/6), está además decorado con varios grabados.
 

Algunos de éstos grabados se ven a simple vista, otros tan sólo se pueden observar con medios más sofisticados. Representan la vestimenta del guerrero, la armadura, el cinturón, un hacha que es el grabado que mejor se observa, junto a ella se ve una representación solar, y una especie de símbolo en forma de serpiente en la cabeza, cargados de una importante dosis simbólica, Según los expertos estos grabados estarían pintados en su origen con tintes azul y rojo.
 
 

¿Que misterio ocultan éstos ancestrales dibujos tallados en el menhir?, ¿qué llevó a los antiguos habitantes de las  montañas baztanesas a erigir éste monumento en Soalar?. El guerrero de piedra guarda para sí las respuestas a éstas preguntas, la solución a su pétreo enigma, sólo nos queda dejar volar la imaginación a los tiempos en que las piedras hablaban, tal y como dijo Jorge Oteiza; o bien dejarnos hechizar por el susurro ancestral del guerrero de piedra.
 

En su ubicación original, el menhir estaría colocado en pie con la cara de grabados orientada hacia el valle, en la zona más visible del collado, esto nos habla de la importancia que tuvo el megalito en su momento, si bien también su función es también un misterio. Pudo tratarse de un límite territorial, de un símbolo de dominio sobre la naturaleza, de una forma de comunicación entre tribus,... la respuesta se mantendrá encerrada en el silencio ancestral del menhir.
 
 

Ahora, el guerrero de piedra observa  a los visitantes que, curiosos, intentan escrutar algo de su misterio, desde su ubicación en el museo Jorge Oteiza de Elizondo, soñando quizás con la libertad del viento de su collado de Soalar, abierto a mil y un paisajes y colores pirenaicos.