sábado, 25 de julio de 2015

EL POZO DE LAMIÑOSIN. MORADA DE LAMIAS

LAMIÑOSIN


El río Agauntza nace en lo alto de la sierra de Aralar, donde las verdes praderas extienden su inmaculado manto herboso, entre altivas y míticas cumbres 

MONTAÑAS DE ARALAR

y antiguos monumentos prehistóricos que nos cuentan de la presencia del hombre en esta sierra desde hace milenios. 

DOLMEN DE JENTILLARRI

Surge como un arroyo de montaña, y a lo largo de su recorrido se nutre de las diversas regatas que se abren paso entre los insondables hayedos. 

HAYEDO EN ARALAR

El pequeño riachuelo sigue su curso hasta convertirse en el río que desembocará en el Oria, unido al cual realizará su viaje que le llevará a buscar, siguiendo un misterioso ciclo, el profundo y magnético Océano.

CANTABRICO


El Agauntza marca la frontera occidental de la sierra, fiel guardián de viejas historias, de antiquísimos cuentos mitológicos, de ancestrales leyendas, guarda en la hondura de sus aguas la esencia, el ser de un pueblo, de una cultura vieja, como viejas son las montañas que la vieron nacer. Sus riberas fueron cuna del insigne investigador don Joxe Miguel de Barandiarán, sin cuyas investigaciones, gran parte de nuestro acervo cultural se hubiera disipado en el tiempo y desaparecido irremediablemente.
Tras cruzar el barrio de San Martín situado en la localidad gipuzkoana de Ataun, el Agauntza, continua su discurrir, siguiendo su telúrico ciclo, buscando las profundidades del Cantábrico, es entonces cuando en un remanso junto a los terrenos del caserío Sastei, descubre a quien se acerque a sus orillas, con ganas de escuchar su susurro, uno de sus secretos mejor guardados, es entonces, cuando, aunque sea por un momento, comparte con el viajero curioso su ancestral sabiduría mitológica. En un escondido recoveco, al borde de la carretera, encontramos el rincón conocido como Lamiñosin, o pozo de las lamias. Pudiera ser un remanso más del río, pero en este cobijo, oculto de miradas ajenas, como queriendo pasar desapercibido, nos topamos con uno de los principales mitos de nuestras antiguas creencias.

LAMIÑOSIN

Cuenta la tradición que en este pequeño rinconcito del río vivieron las lamias, esos seres mitológicos con forma de mujer pero pies de pato, que pasan el tiempo peinando sus largos cabellos con un peine de oro a la ribera de ríos, pozos y arroyos.

LAMIA

En la poza de Lamiñosin, cuentan las viejas leyendas que habitaron estos míticos seres, que en ocasiones secuestraban a los humanos, quienes se protegían de los genios mediante diferentes medios, como el que nos describe una leyenda situada en este pozo.

Cuentan las viejas historias que dos lamias salieron al encuentro de un hombre que pasaba cerca del pozo de Lamiñosin, una de ellas le dijo a la otra : ”Elakio, elakio” (agárrele, agárrale), a lo que la otra respondió: “Ik elakio. Or zeuzken orrek / amak jarritta / errueda ta apio” (Agárrale tú. Ahí tiene ese / puesto por su madre / ruda y apio), esta leyenda nos deja entrever las propiedades profilácticas de algunas plantas frente a determinados númenes mitológicos.

Otro antiguo cuento sobre el pozo de Lamiñosin, nos cuenta lo siguiente:

“Cada día, el etxekojaun (señor de la casa ) del caserío Sastei, cercano a la poza, labraba sus campos, sucedió que un día, los bueyes se desviaron hacía Lamiñosin, con el rastrillo detrás de ellos, cuando los animales consiguieron salir del río, cual fue la sorpresa del campesino, al ver que el rastrillo arrastraba una lamia cuyos cabellos se habían enredado en el mismo. El señor decidió llevarse al genio a su casa con la intención de mantenerlo, pero no lograba arrancar una sola palabra del numen, aunque los días iban pasando.  En estas estaban, cuando un buen día, las gentes de Sastei se hallaban trabajando en la cuadra, y la lamia se encontraba sola en la cocina del caserío. En el fuego, había un puchero de leche, que comenzó a hervir, desbordándose el líquido. En ese preciso instante, la lamia comenzó a gritar “Txurie gora” (lo blanco arriba), acto seguido desapareció por la chimenea dejando olvidado su peine de oro. El numen regresó al caserío amenazando a los moradores con la destrucción de sus futuros descendientes si no recuperaba el valioso objeto. La etxekoandre (señora de la casa) consultó al párroco, quien le aconsejó que colocara el peine en la punta de un palo largo, de manera que la lamia cogió la vara y desapareció para siempre.”


LAMIÑOSIN Y CASERIO SASTEI

Son muchas las historias que nos hablan de estos genios, que generalmente se ocultan de las miradas de humanas, pero que en ocasiones tienen relaciones con ellos, tanto amorosas, si bien nunca terminan con éxito, como relaciones de amistad y colaboración, como sucede en la leyenda siguiente:

“Unas lamias solicitaron los servicios de una mujer para que ejerciera como comadrona, esta fue a la morada de los genios y realizando su labor con éxito, los númenes la invitaron a comer. La mujer viendo lo blanco que era el pan que utilizaban las lamias, guardo un trozo en el bolso para llevarlo a su casa, tras la comida, los genios le obsequiaron con una rueca y un huso de oro, pero al disponerse a marchar, la mujer no podía levantarse de su asiento. Las lamias le dijeron que era por haber tomado algo que no era suyo, la señora dejo el trozo de pan y marchó a casa, pero los genios le advirtieron que no mirara hacia atrás, hasta llegar a su casa, pero justo al meter un pie en el portal, la mujer no pudo aguantar más y se giró, automáticamente desaparecieron la mitad de sus regalos”.

PUENTE DE LIGI

En otras ocasiones, las lamias son constructoras de diversas edificaciones de la tierra de los vascos como la que nos cuenta el porqué de la edificación del hermoso puente de Ligi:

 “Ligi es una deliciosa localidad situada en la fascinante y magnética comarca de Basabürüa, perteneciente a la región de Zuberoa (La Soule), en el departamento francés de Pirineos Atlánticos (Pyrénées-Atlantiques). Existe un puente en esta localidad zuberotarra, que se dice fue construido por las lamias. Anteriormente, había aquí un puente, pero era terriblemente endeble, por lo que se lo llevó el agua. Sucedió que por entonces se le apareció una lamia a un poderoso señor de la zona, la cual le propuso construir un resistente puente en una noche antes del canto del gallo, pero a cambio el señor debía entregarle su alma al morir. El señor aceptó y se concertó la fecha de construcción, pero llegando el día, el hombre comenzó a asustarse, por lo que consultó con el cura de la localidad, el cual le entregó dos huevos puestos por una gallina negra con la esperanza de que naciera un gallo de uno de ellos. Llegó la noche de la construcción, las lamias se pasaban las piedras de unas a otras mientras decían, “Dámela Guillén, Tómala Guillén”, “Aquí somos once mil Guillén”. Casi al amanecer, al puente le faltaba la última piedra para estar terminado, pero en ese momento nació un gallo de uno de los huevos de la gallina negra, cantando con estridencia. Las lamias huyeron rápidamente gritando: “Maldito sea el huevo puesto por la gallina negra  de Marzo”, y el puente quedó inconcluso a falta de esa última piedra.”

LAMIA



Estos son solo unas muestras de todo el acervo mitológico que se oculta tras estos númenes, en muchos rincones, hoy casi olvidados, habitan las lamias, quizás sigan allí, peinando sus largos cabellos con su peine de oro, despacio, al borde de algún río, mientras los humanos pasamos junto a ellas, siempre con prisa, sin pararnos a escuchar las ancestrales historias que nos tienen reservadas a quien se acerque a escuchar su arcaico susurro.

lunes, 6 de julio de 2015

ZUBIGAINEKOA. VIEJAS DANZAS BAÑADAS POR EL BIDASOA

ZUBIGAINEKOA


Lesaka es una deliciosa localidad navarra que se agazapa entre las orillas del río mágico de los vascos, el Bidasoa, y las impresionantes montañas de Agiña y Bianditz. 

BIANDITZ

Celosa guardiana de sus tradiciones, que son en muchos casos, las de toda la Tierra de los vascos, no en vano, cuenta la tradición que sus bosques son la cuna del mítico Olentzero. 

OLENTZERO

El tiempo transcurre con calma en esta localidad perteneciente a las Cinco Villas (Bortziriak), que junto con Etxalar, Bera, Arantza e Igantzi, componen esta comarca de la navarra pirenaica. En Lesaka la historia, se hace presente en cada rincón, son muchos los lugares y monumentos que nos susurran su pasado, pasado que ha ido quedando en la memoria de los habitantes de estos valles, desde los lejanos tiempos prehistóricos, como lo atestiguan los viejos cromlechs que pueblan sus montañas.
Una de estas tradiciones transmitida de padres a hijos a través de los siglos, son un conjunto de danzas que se bailan el día de San Fermín (7 de julio). Se trata de la Zubigainekoa, danzanda sobre los petriles del río Onin, y convertida en símbolo de la villa; la Makil Gurutze Dantza; la Martxa Dantza y la Zaharkakoa.

ZUBIGAINEKOA

La danza se divide en dos partes, la primera comienza hacía las diez y media de la mañana cuando en la plaza, los “dantzaris” se van reuniendo poco a poco. Van ataviados con pantalón y blusa blancos, escapularios sobre la camisa tanto en el delantero como en trasero, bandas de colores cruzando pecho y espalda y cascabeles sobre cintas en la parte baja del pantalón, completa el atuendo las alpargatas, la txapela y la faja. 

ESCAPULARIOS EN LA VESTIMENTA DE UN DANTZARI

Inician un recorrido por las calles divididos en dos filas, van unidos por unas “makilas” (bastones) forrados con cintas blancas y rojas, que sujetan con sus manos, ambas filas se unen en la figura del capitán, “dantzari” principal. Van avanzando bajo el ritmo conocido como Napoleones, cada cierto tiempo, tejen y destejen una armadura con sus makilas, en un auténtico ejercicio de contorsionismo y compleja coreografía, que para ojos no expertos es algo realmente caótico. 

ZUBIGAINEKOA

Tras la comitiva de “dantzaris” desfilan las autoridades con el pendón del pueblo, así se llega a la iglesia, donde tras realizar un arco de “makilas” a los asistentes, tiene lugar la Misa Mayor.

ZUBIGAINEKOA

Tras la Ceremonia, el abanderado ondea el pendón ante San Fermín dando comienzo acto seguido a una procesión, los “dantzaris” acompañan a la figura del Santo, así como al pendón y a la Cruz en un recorrido por las calles de la localidad.
Poco a poco, sin prisa, la comitiva va acercándose hasta las orillas del río Onin, que cruza el pueblo, la entrada de los “dantzaris” por la orilla derecha del río, es seguida con muchísima expectación y emoción por los presentes. Los bailarines acompañan a las autoridades y al pendón hasta el ayuntamiento donde les ofrecen de nuevo un arco con sus “makilas”.
Entonces llega el momento cumbre, la tensión se refleja tanto en los rostros del público como en el de los “dantzaris”, quienes uno a uno van subiendo a los petriles de ambos lados del río, mientras el capitán se coloca en el puente que une ambas orillas. Es en ese momento cuando los bailarines danzan la “Zubigainekoa”, concentrados, conscientes de que están reviviendo un rito, al igual que lo hicieron sus antepasados, orgullosos, sabedores de que son herederos y depositarios de algo suyo, de su fiesta, de su tradición.

ZUBIGAINEKOA


Concluida la “Zubigainekoa”, los “dantzaris” se retiran y es entonces cuando el abanderado ondea el pendón sobre el río colocado en el puente siguiendo el son del “Tantirumairu”. Tras este acto, todos se dirigen a la plaza, donde los “dantzaris” bailan al pendón.
Es una fiesta para vivirla allí, los de fuera estamos como de prestado, sin embargo, te hacen sentir uno más de su festejo, al fin y al cabo, es su tradición, su herencia. Los rostros rígidos y esforzados de los bailarines nos hablan del orgullo de vivir en estas montañas, de ser transmisores de una tradición lejana, muy lejana, que hunde sus raíces en esta tierra como los árboles de esas mismas montañas.
Todo es simbología en estas danzas, la versión oficial, nos cuenta que se tarta de rememorar la paz que se firmo en el siglo XV entre los barrios de la villa, en concreto entre el de Legarrea y el de Pikuzelaia. Sin embargo viendo éstas maravillosas danzas, te das cuenta de que algo mágico y muy arcaico, se respira en ellas, son muchos los símbolos que se observan, como por ejemplo la “makil-gurutze” que los “dantzaris” van realizando sobre sus cabezas, unido al carácter propiciatorio y protector del hierro, puesto que está demostrado que las “makilas” son sustitutos de espadas utilizadas antiguamente. Así mismo la “Zubigainekoa” y el ondeado del pendón también son interesantes, una versión dice que los “dantzaris” representarían a los juncos que crecen a la orillas de los ríos, y el ondeo del pendón sería el dominio sobre las aguas, siendo de ésta forma rituales profilácticos contra plagas de insectos. 

ONDEO DEL PENDON

Se desconoce, quizás afortunadamente, el auténtico origen de estas danzas, su porqué original, pero hay están para nuestro disfrute, guardándose para sí su ancestral misterio. 

Danza, rito, fiesta, emoción, tradición, simbología, carácter, todo se mezcla en el mágico mundo de las danzas de Lesaka. Tan sólo queda ir, disfrutar, escuchar el susurro de esta telúrica tradición en cada salto de los dantzaris sobre los petriles, viajar hasta allí con la mente y el corazón abiertos siendo conscientes de que estamos inmersos en el momento de la tradición, de su tradición.

jueves, 2 de julio de 2015

ORGENOMESCOS. TIERRAS DE SALITRE Y BRUMA

LA COSTA DE LOS ORGENOMESCOS

un rincón de la geografía del norte de la Península Ibérica, el océano ha ido dibujando durante milenios, con la calma de los tiempos, un paisaje espectacular, magnético, un paisaje de playas escondidas 

PLAYA DE CUEVAS DEL MAR EN VILLANUEVA DE PRIA

y acantilados que caen a plomo desde las verdes praderas, para sumergirse en la magia de nuestro mar Cantábrico. 

ACANTILADOS

Se trata de las tierras del pueblo de los Orgenomescos, una antigua tribu cántabra que extendía su territorio entre los ríos Sella en Asturias y Nansa en el occidente de Cantabria, por el sur su territorio lindaba con el de los vadinienses.


RIO SELLA EN RIBADESELLA

Es esta una tierra encajonada entre el océano y las montañas que sirven de puerta de entrada a los majestuosos Picos de Europa, 

PICOS DE EUROPA DESDE EL MIRADOR DEL FITU

una tierra de naturaleza desbordante y un pasado tan antiguo como sus viejas piedras, una tierra que hechiza con sus ancestrales sones al ritmo de gaita sonando como un eco lejano, entre la bruma de sus bosques infinitos.

BOSQUE DE ABEDULES

Es aquí donde se instauró esta tribu cántabra, conocida como Orgenomescos, tribu belicosa como parece indicar su propio nombre, compuesto por las raíces célticas “org-no” (golpear, matar, saquear) y “mesk” (locura, borrachera), su nombre, significaría, de esta forma, “los que se embriagan en la matanza”. Fue un pueblo muy activo en el marco de las conocidas como Guerras Cantabras, unos enfrentamientos que tuvieron lugar durante los años 29 a.C.-19 a.C., entre las tribus astures y cántabras, frente al Imperio Romano. Según diversas teorías, a esta tribu perteneció el mítico y controvertido caudillo Corocotta, famoso por presentarse ante Augusto para cobrar la recompensa que ofrecía Roma por su propia cabeza, Augusto admirado por su valor, le dejó marchar.
Los datos documentales que han llegado hasta nosotros sobre estas míticas tribus, nos sitúan en el siglo III a.C., momento en el que comenzó el proceso de celtiberización de los cántabros. Si bien es probable que su poso nos trasladara hasta la Edad del Bronce, o incluso más lejos, hasta el neolítico, como lo atestigua el ídolo de Peña Tú, una pintura datada en el neolítico, situada en un abrigo rocoso de la Sierra Plana de la Borbolla, en Puertas de Vidiago. 

PEÑA TÚ

Se trata de un conjunto de pinturas de color rojizo, que representan esquemáticamente figuras humanas, diversos puntos rojos e incluso un animal. Pero en el conjunto destaca la figura del ídolo, de  aproximadamente 1,10 metros de altura, destaca sobre el conjunto. Representa la figura de una persona envuelta en una especie de túnica, con rectas, trazos en zig-zag, e incluso una especie de flecos sobresaliendo del tocado. 

IDOLO DE PEÑA TU

Al lado suyo se aprecia una especie de puñal con la punta hacia abajo, lo que vendría a significar que se trataría de una especie de jefe o persona influyente en su tribu. La peña pudiera ser un lugar de enterramiento, pues en su base hay una cavidad que pudiera estar destinada a tal fin, además en toda la sierra se han hallado diferentes túmulos destinados a enterramientos. Entre los pueblos celtiberos era costumbre dejar en determinados santuarios naturales el cuerpo del cadáver de los guerreros muertos en combate, para que los buitres, animales sagrados, los comieran y de esta forma devolvieran su alma a los dioses. 

BUITRES

Peña Tú pudiera ser un santuario de estas características, a decir del guarda del conjunto, la zona es lugar habitual de buitres. Se dice que la peña pudiera representar un cuelebre, serpiente de la mitología asturiana, al que se enfrentó el guerrero representado en las pinturas, aparecería representado con su mortaja y con el arma con la que dio muerte a la bestia que aterrorizaba a los lugareños. 

EL CUELEBRE, EN EL CAMIN ENCANTAU

Quien sabe, Peña Tu seguirá guardando para sí su ancestral misterio de siglos, envuelto en la leyenda, probablemente nunca lográremos descifrar su enigma, y tal vez sea mejor así.
Estos antiguos pueblos, tenían una profunda influencia de la cultura celta, como demuestran los muchos topónimos de origen céltico, que se dan en esta zona, como puede ser el río Bedón, cuyo nombre parece tener origen en el galo “Bedo”, que significaría canal o foso, y que desemboca en el Cantábrico en la deliciosa playa de San Antolin, junto al monasterio del mismo nombre. 

RIO BEDON

O la estela de Duesos, tallada con entrelazos célticos, situada en la población de Caravia Baja, una parte de la cual podemos admirar en el exterior de la iglesia de Santiago junto a un hermoso tejo. 

ESTELA DE DUESOS

Vinculada a este árbol sagrado para los celtas, existe una costumbre muy enraizada en todo el universo céltico, es aquella que consistía en reunirse bajo un tejo, a pasar el rato, o a deliberar los asuntos de la comunidad, la palabra dada bajo él, no se rompía bajo ningún concepto. 

TEJO

Aún hoy, en muchos lugares de Asturias, el tejo forma parte de la vida de la colectividad, cobijando bajo su sombra, en la plaza o junto a la iglesia a los vecinos que acuden a su abrigo. 

TEJO EN CARAVIA BAJA

En muchos de estos lugares este árbol sagrado ha tenido tanta importancia en la vida de los paisanos, que los emigrantes asturianos a las Américas, en las cartas que enviaban a su casa, preguntaban como se encontraba el “texu”.
Cerca del límite occidental de esta tribu, el río Sella, se eleva un macizo lleno de misterio y magia, me refiero a la sierra del Sueve, 

SIERRA DEL SUEVE DESDE EL MIRADOR DEL FITU

quizás en un pasado anterior a las invasiones romanas fuera esta sierra y no el río Sella el límite occidental de los Orgenomescos, quien sabe, de lo que si hay constancia es de que en los alrededores del Sueve han aparecido diversas estelas funerarias de esta tribu. Pero caminemos despacio hasta este mágico lugar, celoso guardián de hermosos bosques de hayas y de tejos, donde corretean libres los asturcones, esos pequeños y fuertes caballos autóctonos habitantes de estas montañas desde la antigüedad. 

COSTA DESDE EL MIRADOR DEL FITU

El Sueve es una magnifica atalaya para divisar desde la costa cantábrica hasta las altivas cimas de los Picos de Europa, con el Naranjo deBulnes al frente. La sierra esta presidida por el Picu Pienzu que eleva su cima sobre los 1.161 metros sobre el nivel del mar, parece que esta cumbre era un otero utilizado por los suevos que se asentaron en la zona, de ellos podría haber tomado su nombre la propia sierra. 

PICU PIENZU

Los suevos fueron un pueblo germánico que realizó diversas migraciones, formando el conocido como Reino Suevo en Gallaecia, era este un territorio situado en el extremo noroccidental de la Península Ibérica.
Todas estas historias puede que sucedieran o puede que no, pero nos queda la posibilidad de sentirlas en nuestros poros, cuando caminamos por los bosques brumosos del Sueve, o nos asomamos al mirador del Fitu, nos perdemos entre los preciosos hórreos de sus pueblos, 

HORREOS ASTURIANOS

nos dejamos salpicar por el salitre cantábrico en sus insondables acantilados, o escuchamos las historias mitológicas que los paisanos guardan como un tesoro.

EL NUBERU, EN EL CAMIN ENCANTAU


Esta es la antigua tierra de los orgenomescos, una tierra que huele a bruma, a mar, a montañas mágicas y a ancestrales historias que se pierden en lo más profundo de los tiempos. 

COSTA ORGENOMESCA

Una tierra que huele a árboles sagrados y raíces profundas, a viejas culturas y leyendas, una tierra que cautivará irremediablemente a quien se acerque a ella y escuche los susurros de los vientos que vienen del océano, a contarnos todo esto y mucho más, mientras acarician las hojas de los árboles de sus profundos bosques.