viernes, 6 de diciembre de 2013

MENHIR DE SOALAR. EL PERIPLO DEL GUERRERO DE PIEDRA


EL MENHIR DE SOALAR

 


Cuando el 13 de junio de 1973, el fraile de la localidad baztanesa de Lekaroz Francisco Ondarra Erdozia, conocido como "Aita Patxi", descubrió un menhir tumbado en el collado de Soalar, nadie pensaba el curioso y triste periplo que ésta joya del megalitismo navarro tendría que sufrir.

El collado y cima homónima de Soalar se localiza en el Pirineo vasco a 827 metros de altitud, en pleno valle del Baztán. Al norte linda con la localidad de Arizkun; al Oeste con la capital del valle, Elizondo; al sur con el pueblo de Beartzun; y al este con el majestuoso pico de Auza. Es un lugar mágico de paisajes abiertos, casi sobrecogedor, donde los vientos pirenaicos nos susurran antiguas leyendas, cargado de restos megalíticos testigos del pasado pastoril de las gentes que desde antaño habitan éstas tierras. Es en éste collado donde fue descubierto el menhir de Soalar, en su entorno se localizan, además, 6 dólmenes, 3 túmulos y 4 crómlechs. Se trata de un bloque de piedra arenisca terminado en punta de unos 4,35 metros de altura;  su peso ronda los 3.500 kilogramos; su ancho oscila entre los 60 centímetros de la base, 95 centímetros en la mitad y 20 centímetros en la punta; su grosor es de 0,20 a 0,50 centímetros.
 

Su odisea, comienza en otoño de 1992, cuando el menhir desaparece de su ubicación original, no se sabe nada de él, hasta que el propio "Aita Patxi" lo localiza en la primavera de 1993, en la zona de Ezkaldo, en la localidad de Gartzain (distante a unos 15 km. de Soalar). Se halla tirado junto a una pista forestal y al parecer lo habían trasladado allí con el fin de ser utilizado en la construcción del dintel de un caserío.

Pasa el tiempo, hasta que vuelve a desaparecer en verano de 2003. En otoño de ese mismo año, miembros del grupo Hilharriak, dedicado a la catalogación megalítica, reciben el aviso de la localización del menhir en un caserío de Gartzain, está siendo usado como soporte de una canasta de baloncesto !!!!.
 

Se recupera el megalito y es entonces cuando se llama a unos arqueólogos de la universidad de Alcalá de Henares, para realizar un estudio que les lleva a confirmar la importancia del menhir, equiparable con los megalitos de Bretaña y del sur de Portugal.

Estamos ante una magnifica muestra del megalitismo atlántico, el menhir representaría a un guerrero, que mantendría unas proporciones escultóricas entre la cabeza y el cuerpo (1/6), está además decorado con varios grabados.
 

Algunos de éstos grabados se ven a simple vista, otros tan sólo se pueden observar con medios más sofisticados. Representan la vestimenta del guerrero, la armadura, el cinturón, un hacha que es el grabado que mejor se observa, junto a ella se ve una representación solar, y una especie de símbolo en forma de serpiente en la cabeza, cargados de una importante dosis simbólica, Según los expertos estos grabados estarían pintados en su origen con tintes azul y rojo.
 
 

¿Que misterio ocultan éstos ancestrales dibujos tallados en el menhir?, ¿qué llevó a los antiguos habitantes de las  montañas baztanesas a erigir éste monumento en Soalar?. El guerrero de piedra guarda para sí las respuestas a éstas preguntas, la solución a su pétreo enigma, sólo nos queda dejar volar la imaginación a los tiempos en que las piedras hablaban, tal y como dijo Jorge Oteiza; o bien dejarnos hechizar por el susurro ancestral del guerrero de piedra.
 

En su ubicación original, el menhir estaría colocado en pie con la cara de grabados orientada hacia el valle, en la zona más visible del collado, esto nos habla de la importancia que tuvo el megalito en su momento, si bien también su función es también un misterio. Pudo tratarse de un límite territorial, de un símbolo de dominio sobre la naturaleza, de una forma de comunicación entre tribus,... la respuesta se mantendrá encerrada en el silencio ancestral del menhir.
 
 

Ahora, el guerrero de piedra observa  a los visitantes que, curiosos, intentan escrutar algo de su misterio, desde su ubicación en el museo Jorge Oteiza de Elizondo, soñando quizás con la libertad del viento de su collado de Soalar, abierto a mil y un paisajes y colores pirenaicos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario