lunes, 11 de enero de 2016

BIANDITZ O MECERSE EN LAS ALAS DEL VIENTO

CORDALES DE BIANDITZ

Me gustan los espacios abiertos, las montañas altivas, con carácter, que se dejan acariciar por todos los vientos, fundirme con sus crestas herbosas, dulces, amables, mientras el viento acaricia mi cabeza y mis pasos parecen navegar sobre las hermosas lomas.

EN LAS ALAS DEL VIENTO

Me gusta vagar libre por sus cordales abiertos sobre el horizonte infinito, por sus verdes líneas de pastos, por sus collados, por sus senderos que dominan un paisaje estremecedor de cientos de picos y de intrincados valles escondidos al calor de los bosques, acariciar con mis botas la hierba bajo los cielos sublimes de viento sur. Buscar la seguridad de las montañas.
Son muchos los picos que nos regalan la oportunidad de sentir el viento como compañero en nuestro pausado caminar, uno de ellos es Bianditz, una montaña que eleva sus 841 metros sobre las montañas del recién “estrenado” Pirineo. 

BIANDITZ

Bianditz es una cima que a pesar de su modesta altitud, esconde multitud de tesoros que descubrir si nos acercamos a ella con humildad y ganas de saber de sus secretos, nos susurrara historias de antiguos seres mitológicos constructores de misteriosos círculos pétreos, de contrabandistas, de bosques profundos de hayas y robles, de carboneros, y de mil y una historias viejas y sabias.

HAYEDOS

Muchas son las rutas que nos permiten acceder a ella, como la que se interna por los densos hayedos de Artikutza, o la que nos coloca en la cima en rápidamente desde el propio alto de Bianditz, o la que sube desde los altos de Agiña. Pero hay una ruta a la que le tengo un cariño especial, una ruta bella, un tanto sentimental, en la que el viento nos mecerá en sus alas, y suavemente nos llevara por los collados abiertos hasta la cima. Se trata de la senda que parte del puerto de Aritxulegi, tras pasar por el refugio viejo, uno de los pocos libres y con un estado de conservación fantástico, el camino va ganando altura siguiendo los mojones que delimitan las tierras de Lesaka y Oiartzun, curiosamente los quince mojones que nos encontramos, tienen nombre propio, tomados del santoral y con advocación propia, de esta forma pasamos junto al mojón de Santo Tomás, San Juan, San Bartolomé, San Matías, San Mateo, San Felipe, San Judas, San Simón, Santiago el Menor, San Andrés, San Pablo y San Pedro, entre otros, curiosidades de nuestras montañas.

REFUGIO VIEJO DE ARITXULEGI

El camino alcanza suavemente unos preciosos ejemplares de hayas trasmochas que nos ofrecen su sombra ante un paisaje impresionante, 

HAYA EN EL CAMINO A BIANDITZ

despacio llegamos a un collado bajo la imponte mole del pico Errenga, desde aquí se nos presentan dos posibilidades, por una parte podríamos ascender la cuesta que tenemos frente a nosotros para hollar la cima de Errenga, y descender posteriormente por la otra vertiente hasta el collado de Mairubaratza, 

BIANDITZ DESDE EL CROMLECH DE MAIRUBARATZA

o bien tomar el camino que hacia nuestra derecha gana altura más pausadamente, y que nos llevaría hasta el mismo collado de Mairubaratza. 
CAMINO A BIANDITZ

Sea cual sea nuestro camino, al llegar a este collado se siente que estas en un lugar magico, impresionante, abierto a los cuatro vientos, frente a nosotros la cima de Bianditz se presenta atractiva, magnética, pero merece la pena detenerse unos momentos en este colladito y contemplar el conjunto de cromlechs que guarda celosamente. Los hombres prehistóricos ya sintieron el magnetismo del lugar y allí decidieron ubicar estos monumentos funerarios que datan del Bronce final y Edad del Hierro, círculos de piedras hincadas en el suelo, fieles guardianes de un pasado remoto, misterioso, probablemente sólo ellos sepan realmente su auténtico porqué, su esencia misma y tal vez en ese enigma estribe su enorme magnetismo. La mitología ha asociado estos monumentos megalíticos a unos personajes conocidos como mairus, así mairubaratza significaría huerto o cementerio de los mairus, estos seres son tipos de hombre de otros tiempos, no cristianizados, paganos por tanto, y de fuerza descomunal.   

CROMLECH DE MAIRUBARATZA
                       
Pero continuemos descubriendo los secretos de esta montaña sin igual, retomamos nuestro camino, acompañados del viento vamos ganando altura poco a poco hasta situarnos en la cota de Hirumugarrieta donde otro interesante conjunto de cromlechs nos aguarda para susurrarnos su misterioso pasado. En este lugar encontramos con otra de las curiosidades que nos tiene reservada el Bianditz, un curiosa piedra que a modo de mojón, presenta una talla en una de sus caras, representando el báculo cruzado con una barra horizontal, símbolo de la antigua orden militar de Roncesvalles, marca los límites de Artikutza, terrenos que pertenecieron a los monjes de Roncesvalles durante los siglos XIII a XIX, debido a una donación de la monarquía navarra, de aquí los monjes obtenían importantes beneficios, pues cobraban rentas a las gentes que explotaban el bosque, como eran pastores o carboneros. 

MOJON DE RONCESVALLES
                     

La cima de Bianditz queda al alcance de la mano, solo tenemos que dejarnos llevar por las alas del viento siguiendo el precioso cordal que llega hasta ella. 
CORDALES DE BIANDITZ

Desde su cúspide la vista es maravillosa, dominado gran parte de la costa vasca y landesa, al fondo las nevadas cumbres pirenaicas nos hablan de montañas altas, hermosas de aspecto inaccesible, con una atractivo difícilmente resistible para quienes amamos subir montañas, 

HORIZONTES INFINITOS

nos entretenemos en jugar a descubrir los cientos de picos que se abren ante nosotros, Txindoki, Anboto, Larrun, Ibantelli, Auza, Mendaur, Jaizkibel, Ernio,…más cerca las cumbres de Bunanagirre y Zaria nos marcan el paso hacia el imponente y enigmático cromlech de Oianleku, y un sinfín de montañas que nos invitan a subirlas a tratar de embaucarlas para que compartan con nosotros, su magia, sus misterios y sus secretos más profundos, de tratar de convencerlas de que formen parte de nosotros. 

CROMLECH DE OIANLEKU

Pero hoy estamos aquí en lo alto de esta bella montaña, descendemos por el mismo camino hasta el collado de Mairubaratza, pudiendo ascender al Errenga, y continuamos el sendero agradeciendo a la montaña lo vivido, lo compartido allí arriba. 

REFUGIO VIEJO DE ARITXULEGI

Solo nos resta encender un vivificador fuego en el refugio viejo y disfrutar de la charla, de la compañía y de la incomparable sensación de habernos dejado mecer por las alas del viento.