domingo, 28 de junio de 2015

CUEVAS DE AITZBITARTE. PREHISTORIA MITICA

CUEVA DE AITZBITARTE IV

Hay un lugar oculto entre los bosques bañados por el río Urumea, que guardan celosamente la esencia más ancestral de nuestro pasado más remoto. Se trata del conjunto de siete cuevas prehistóricas de Aitzbitarte. 


LAS CUEVAS ENTRE EL BOSQUE

Se sitúan en un paraje espectacular, mágico, con una naturaleza sublime que sirve de marco selvático para uno de los principales yacimientos arqueológicos de Gipuzkoa. Su propio nombre nos habla del carácter de su ubicación, Aitzbitarte que significaría “entre dos rocas”, se ubica en el barranco formado por las montañas de Aitzbitarte e Igorin, dentro del parque natural de Aiako Harriak-Peñas de Aya. 


MONTE IGORIN DESDE LA CUEVA DE AITZBITARTE

Su localización es muy sencilla desde el parking ubicado en las cercanías del área de recreo de Listorreta, pertenecientes a la localidad de Errenteria, lo que ha propiciado múltiples expolios de materiales prehistóricos y la acción de gentuza que no sabe respetar el valiosísimo legado que nuestros ancestros más lejanos han depositado en nuestras manos, para que lo cuidemos, amemos, conozcamos y se lo leguemos a nuestros hijos.
Pero volvamos a nuestras mágicas cuevas, sentados en la entrada de la mayor (Aitzbitarte IV), es fácil imaginar, gracias a las excavaciones e investigaciones realizadas, como sería la vida de aquellas personas que habitaron estas tierras hace milenios. 



TEJO CERCA DE LA CUEVA

Un mágico bosque autóctono de alisos, tejos y avellanos, parece intentar ocultar los tesoros que guardan las cuevas, en su regazo, el arroyo de Landarbaso, fluye saltarín bajo las cavidades, llevando consigo el orgullo de haber sido suministro de agua de aquellos Homo Sapiens-Sapiens que habitaban en la zona. 


RIO LANDARBASO

Aún hoy, si acertamos a llegar a Aitzbitarte, caminando sin prisa, entre la floresta, acompañados del rumor de las cascaditas del riachuelo y de la telúrica magia de los árboles que nos rodean, escucharemos el rumor del viento en las hojas de los árboles, susurrándonos viejas historias de seres que habitaron aquí, de personas cuyo centro vital eran estas cuevas, de aquellos que vivieron y formaron parte de este entorno. Merece la pena internarse en la profundidad de la caverna, en solitario, apagar nuestra lámpara frontal y escuchar el sonido del silencio, transportándonos al principio de los tiempos, al ser y al sentir de quienes fueron y sintieron en este mismo lugar.


INTERIOR DE LA CUEVA


Son muchos los restos localizados por los arqueólogos, las excavaciones las comenzó en 1892, Modesto del Valle, pero fue en 1960, cuando tomaron verdadero carácter científico, de la mano del indispensable don José Miguel de Barandiarán. En estas prospecciones, se han hallado restos de presencia humana que nos remonta hasta hace 24.000 años, lo que nos sitúa en la cultura del Perigordiense, dentro de la época del Paleolítico superior, además de restos de animales cómo el mamut, el rinoceronte o el oso cavernario.
Las viejas leyendas de nuestra mitología, también han dejado su poso en este enigmático lugar, como la que nos cuenta que en las peñas de Aitzbitarte, hay escondido un tesoro, tan a flor de tierra, que las ovejas pueden tocarlo con sus pezuñas. Probablemente, esta leyenda enlace con el mito celta de que en los viejos castros existen tesoros custodiados por unos míticos seres llamados “Mouros”, que sólo serán mostrados al osado que llegue al castro en la noche de San Juan, siempre son tesoros compuestos de antiguas sabidurías, nunca de riqueza material. 


CASTRO DE A CIDA

Se cree que las cuevas eran habitáculo de Basajaun, el señor del bosque, un ser cubierto de pelo y con patas una humana y otra de planta circular. El basajaun es el reflejo del hombre salvaje, habitante de bosques y selvas, sin embargo, ayuda a los pastores avisándoles de la llegada de la tormenta o el lobo, enlaza con el Busgosu de la mitología asturiana o el Basajarau de la pirenaica.



SAN JUAN ZARR

Otras leyendas nos cuentan como las cuevas comunican con diferentes caseríos, como es el de Arandan de Oiartzun, un corzo que entró en las cuevas de Aitzbitarte, asomó su cornamenta en la cocina de dicho caserío. Algo parecido le sucedió a una cabra que asomó la cabeza en el caserío Aitzbitarte.


CASERIO AITZBITARTE



Las cuevas de Aitzbitarte, son un pequeño, gran tesoro que tenemos que conservar, un lugar cargado de telúrica magia, de historia antigua, muy antigua, que afortunadamente nos ha llegado desde lo más profundo de los tiempos, desde el legado de nuestros ancestros más remotos. 


CUEVA DE AITZBITARTE

Disfrutemos, pues, de ellas y de su entorno y escuchemos en silencio y sin prisa su ancestral misterio, sus viejas historias, leyendas, cuentos que nos tienen reservados a quien se acerque a ellas con el corazón abierto y dispuesto a dejarse embaucar por su telúrica esencia. 

martes, 23 de junio de 2015

CONJUROS SOLSTICIALES EN URDIAIN. MISTERIO JUNTO AL FUEGO



CURIOSOS TRAJES EN LOS CONJUROS DE URDIAIN

Estamos en el solsticio de invierno, antigua fecha importantísima en el calendario de los pueblos agrícolas, que se cristianizó bajo la advocación de San Juan Bautista. Es la época de esplendor de la naturaleza y de la plenitud del sol. 


ATARDECER

La noche de San Juan es un momento mágico, cargado de simbolismo, de viejos cultos que se mezclan con creencias cristianas, es un tiempo propicio para la recogida de determinadas plantas, que en esta fecha adquieren mayores propiedades que de costumbre.


ESPINO BLANCO

Es la época del fuego y del agua, momento de ritos, de encender hogueras con ciertas plantas concretas en las encrucijadas de los caminos, para recordar al sol que siga brillando, y saltar sobre los fuegos como preventivo. Época de viejas costumbres vinculadas con el agua que se dan en determinadas fuentes como la de San Juan Iturri en San Juan Zarr, momento de caminar y bañarse en las aguas o en el rocío de la amanecida del día de San Juan, para adquirir sus propiedades benefactoras y profilácticas.


CAMINANDO EN EL AGUA EN SAN JUAN ZARR

Son muchos los viejos ritos que nos han legado nuestros antepasados, acostumbrados a observar, convivir y respetar profundamente a la naturaleza que les rodeaba, ritos ancestrales, arcaicos, que hunden sus raíces en lo más profundo de nuestra vieja cultura, ritos que hoy, por alguna extraña razón, siguen practicándose con un porqué muy distinto al que motivaba a nuestros antepasados a llevarlos a cabo, pero que se mantienen entre nosotros como si un arcaico magnetismo nos impulsara a renovar estos viejos usos, guardados entre las brumas del tiempo.


CONJUROS DE URDIAIN

Uno de estos ritos, tiene lugar en la localidad navarra de Urdiáin, que se agazapa en la Burunda, cobijada por las moles montañosas de las sierras de Aralar y Urbasa, mientras se deja acariciar por el río Arakil. En este hermoso pueblo, tienen lugar en la tarde del día de san Juan, unos viejos conjuros, junto a la hoguera que se enciende en esta fecha, contigua a la ermita del santo de la localidad. 


ERMITA DE SAN JUAN EN URDIAIN

Los llevan a cabo nueve mujeres, ataviadas con un curioso traje, propio de la localidad, que consta de un corpiño bordado y de una serie de faldas amplias, la primera de estas faldas, se recoge sobre la cabeza de atrás hacia adelante, otorgando a la chica un curioso y enigmático aspecto. 


CONJUROS DE URDIAIN

Con el encendido de la hoguera, en el exterior del templo, las muchachas se cogen de las manos formando un círculo y ejerciendo un movimiento rítmico con sus manos, las bajan hacia el suelo y elevan hacia el cielo, siempre manteniéndolas unidas mientras entonan una extraña canción relativa a San Juan. 


CONJUROS DE URDIAIN

Al terminar, todas al unísono gritan el conjuro:

“Orain arte belar, hemendik aurrera gari!”
“¡Hasta ahora hierba, y en adelante trigo!”

Todo nos indica, en este curioso y ancestral rito, su profunda vinculación con la naturaleza, quizás con el recordatorio al astro rey de que continúe haciendo posible con su calor, que sigamos teniendo alimento. Tras finalizar los conjuros se obsequia a los presentes con vino servido en unas curiosas tacitas de plata.


TACITA DE PLATA

El eminente investigador oriundo de la propia localidad de Urdiáin, Padre Don José María Satrustegui, explica que en los tiempos antiguos, las mujeres acudían en grupo a los trigales a medianoche de esta mágica fecha, para realizar los conjuros. Primero cantaban el siguiente canto de San Juan:

“Egu bai egun honek
San Juan dirudi,
Ez da San Juan baina
Hala alumbra bedi”

“Hoy sí, que este día
Parece San Juan.
No es San Juan pero
Amanezca ya así”

Tras este canto, realizaban el conjuro antes descrito.


CONJUROS DE URDIAIN


Sea como fuere, su arcaica esencia se ha perdido con el paso de los tiempos, sin embargo tenemos, aún hoy la ocasión de acudir en la noche mágica de San Juan, hasta esta pequeña localidad de la Burunda, y dejarnos embaucar por el enigma de los viejos conjuros, que lanzan las mozas del pueblo. 


FUEGO DE SAN JUAN

Dejarnos seducir por el fuego de las hogueras y hechizarnos por su arcaico magnetismo, dejarnos encantar por sus telúricas llamas, como lo han hechos los hombres a lo largo de los siglos. Al fin y al cabo, estamos en una noche mágica y misteriosa, viviendo la tradición. 

jueves, 4 de junio de 2015

AUZA GAZTELU, VIGIA MEDIEVAL SOBRE ANTIGUOS MITOS

AUZA GAZTELU

En las estribaciones del norte de la sierra de Aralar, donde los barrancos, que caen desde las alturas de las altas praderas de verde inmaculado, alcanzan vertiginosamente el piedemonte, se alza misteriosa la hermosa cima de Auza Gaztelu que eleva sus poco más de 900 de altura, entre las cuencas de los rios Urtsu y Amondarain.

ESTRIBACIONES DEL NORTE DE LA SIERRA

Agazapada a la sombra del majestuoso pico Larrunarri o Txindoki, pareciera que quisiera pasar desapercibida, como queriendo guardar celosamente los muchos tesoros míticos que tiene reservado para quien se acerque a su sombra con calma. 


LARRUNARRI O TXINDOKI EN OTOÑO

Pero su elegante figura no pasa desapercibida desde ningún punto, como si un telúrico magnetismo atrajera al caminante de forma irremediable.
Alcanzar su cima es una preciosa excursión, que se puede realizar desde varios puntos. El más accesible es el que parte desde el área de recreo de Olasakoi, a la que se accede en coche desde la localidad de Zaldibia, desde aquí un evidente sendero nos acerca hasta la majada de Ausokoegi, desde donde se alcanza la cima. 

MAJADA DE AUSOKOEGI DESDE EL CAMINO A AUZA GAZTELU

Otra hermosa ruta parte del barrio de larraitz, perteneciente a Abaltzisketa. 

ERMITA DE LARRAITZ A LA SOMBRA DE TXINDOKI

En este caso la ruta comparte los primeros metros de caminata con la ruta normal de ascensión a Txindoki, hasta que en una pronunciada curva, nuestro camino se desvía en dirección este, abandonando la ruta hacia Txindoki. 

AUZA GAZTELU DESDE LARRAITZ

Por un hermoso bosque de hayas primero y en terreno despejado después, alcanzaremos el collado de Errekonta, situado bajo el cono cimero de la montaña. 

EMBALSE DE LAREO EN INVIERNO

Una variante más larga, es la que accede hasta aquí desde Lizarrusti o bien desde el embalse de Lareo, para por la interesantísima vaguada de Ondarre, llegar a las cercanías del collado de Pikoeta, desde donde un sendero toma decididamente la dirección norte, a media ladera de la vertiente este del macizo de Gañeta-Beleku, para desembocar en el mismo collado de Errekonta.

VAGUADA DE ONDARRE

Cualquier ruta es una belleza, por si misma, y coronar la cima es el remate a una preciosa excursión, se llegue por donde se llegue, esta sierra deparará al caminante espacios mágicos de indescriptible belleza, sólo hay que calzarse las botas, acudir con la mente abierta, y caminar sin prisa dejando que la hierba acaricie nuestras botas.

AUZA GAZTELU, A LA DERECHA EL COLLADO DE ERREKONTA, A LA IZQUIERDA LA MAJADA DE AUSOKOEGI

Desde el collado de Ausikoegi o desde el de Errekonta, el acceso a la cima es directo y evidente, aunque bastante duro, con  calma vamos ganando altura, en la zona final de la ascensión, comenzamos a ver los restos de las murallas que rodearon la torre de vigilancia que se encontraba en su cumbre. 

RESTOS DE LA MURALLA

Y es que este uno de los primeros tesoros que guarda Auza Gaztelu, en su cima podemos observar aún los restos de lo que fue una torre de vigilancia que hunde sus orígenes en los tiempos del Medioevo, allá por el siglo XIII. 

TORREON DE LA CIMA, CON TXINDOKI AL FONDO

Su nombre ya nos indica con el topónimo Gaztelu (castillo en euskera), su antiquísima historia, fue parte de la frontera del viejo reino pirenaico de Navarra. Esta fortaleza era la encargada de vigilar la cercana calzada de Enirio, que pasa un poco más abajo, en la vertiente este de la montaña. 

CALZADA DE ENIRIO

Este ancestral camino enlosado, unía Navarra con la costa gipuzkoana, esta misma calzada pasaba bajo otra fortaleza de parecidas características a la de Auza Gaztelu, la del pico Mendikute, ya en el macizo de Ernio. 

FORTIFICACION EN MENDIKUTE

Antigua ruta neolítica de transhumancia, se reutilizó para el transito de peregrinos, soldados, comerciantes y un sinfín de gentes que pasaron por sus enormes losas.
Pero sus orígenes van más allá, hunden sus raíces en lo más profundo de nuestra historia y de nuestras viejas leyendas, contadas de padres a hijos al calor del fuego. En la cima de Auza Gaztelu, nos cuenta la mitología, que habitaron una familia de jentiles, de hecho también se conoce al pico como Jentilen Sukaldea (cocina de los jentiles). 

RESTOS DE LA TORRE EN AUZA GAZTELU

Son estos son unos personajes de la mitología vasca, vinculados a la tierra, seres de fuerza descomunal, representantes de las antiguas creencias y considerados constructores de varios monumentos megalíticos, así como colaboradores con los humanos en la factura de algunas iglesias como son la de Ataun, Zurbano o la ermita de La Antigua de Zumarraga.

ERMITA DE LA ANTIGUA DE ZUMARRAGA

Una leyenda nos cuenta , como el jefe de los jentiles que vivían en la montaña, fue a buscar trigo a Navarra, y regresando con siete pellejos de buey llenos de cereal, se topó con su hija en la fuente que nace bajo la montaña. Esta le dijo: “ven aquí a descansar y a beber agua fresca”, el jentil contestó: “si hubiera sabido que me era lícito soltar la carga y descansar en el camino, habría tomado sobre mí otros siete sacos más como estos que traigo”.
También se cuenta que uno de ellos arrojó una enorme piedra desde la cima, pero que patinó en el momento del tiro, y el proyectil cayó junto a la majada de Ausokoegi, se trata del dolmen que aún hoy podemos ver junto a la misma.
Así mismo se dice que eran los constructores de la calzada de Enirio, antes mencionada, colocando las enormes losas, por las que hoy caminamos, en varias piedras se aprecian dos marcas paralelas, que al parecer y según los viejos cuentos, serían las marcas de las ruedas que dejaron allí los carros de los gigantes.

HUELLAS DE LOS CARROS DE LOS JENTILES

Este mito de los jentiles, esta muy relacionado con la llegada del Cristianismo a tierras vascas, los viejos cuentos nos narran como un grupo de estos seres jugaban en un monte a la pelota, cuando vieron aparecer una extraña nube, asustados consultaron al más anciano de la tribu, el cual ordenó que le levantaran los párpados con un a palanca, pues el sólo no era capaz de hacerlo, tal era su avanzada edad. Cuando el anciano vio la nube exclamó: “Ha nacido Kixmi, es el fin de nuestra era, arrojarme por un barranco”, kixmi significa mono en euskera, y hace referencia a la llegada de Cristo. Los jentiles obedecieron al anciano, y los demás se ocultaron bajo las losas del dolmen de Jentillarri, cercano a Auza Gaztelu, y al bode de la calzada de Enirio. 

DOLMEN DE JENTILLARRI

Todos menos uno, se trata de Olentzero que anualmente baja a los pueblos a anunciar en Nochebuena la buena nueva del nacimiento de Cristo.



OLENTZERO

Historia, mitología, paisaje, calma, misterio, todo esto y muchas cosas más guarda esta singular montaña, sólo queda acercarse a ella, subir a su cima o dejarse embaucar por su silueta desde cualquier punto de sus alrededores. 

AUZA GAZTELU

Acérquese, amigo lector, a su sombra, en coche, en bici, andando, en burro o como desee, pero acérquese a Auza Gaztelu, y escuche sus ancestral susurro, el viento que baja de sus alturas le contará viejas historias reales o ficticias, eso no importa, y tal vez si se fija bien, vea salir el humo de la chimenea de la cocina de los jentiles.