martes, 24 de febrero de 2015

LA MAJADA DE OIDUI: JOYA ETNOGRAFICA AL ALCANCE DE LA MANO

MAJADA DE OIDUI

La majada de Oidui, se encuentra enclavada junto al antiguo camino que unía la costa gipuzkoana con tierras navarras, camino utilizado desde el neolítico por pastores transhumantes y posteriormente pasó a ser una auténtica “autopista” de comunicación para soldados, peregrinos o comerciantes.

CHABOLA CON TECHO VEGETAL EN OIDUI

Acercarse a Oidui supone sumergirse en los misterios insondables que los antiguos habitantes de Aralar nos han legado, se elija el camino que se elija para llegar hasta la majada, descubriremos rincones preciosos, llenos de magia y de historia, y por supuesto, gran cantidad de monumentos megalíticos únicos y magnéticos, que no dejaran impasible, a quien se acerque a ellos con la mente abierta y ganas de dejarse atrapar por sus enigmas.
Si el caminante decide seguir la ancestral ruta de transhumancia que asciende desde Zaldibia por la monumental calzada de los gentiles, pasará junto a uno de los principales dólmenes de la sierra, se trata del hermoso y misterioso dolmen de Jentillarri (Piedra de los Jentiles). 

DOLMEN DE JENTILLARRI

Su forma recuerda a un gigantesco lagarto varado en un rinconcito del collado de Arraztaran durante milenios, este monumento esta unido a la vieja leyenda de la llegada del cristianismo a estas tierras, pues fue bajo sus gigantescas losas donde se refugiaron los jentiles al descubrir la llegada de Cristo, todos menos uno, Olentzero, que anualmente baja a las ciudades a anunciar la Buena Nueva. Si nuestro camino acierta a pasar por la fuente de Intxusti, podremos tras leer los hermosos versos de Lazkao Txiki en ella grabados, conocer el fantástico y enigmático valle de Ondarre, un lugar que guarda una inusitada cantidad de interesantes restos arqueológicos. Es un precioso lugar, donde recientemente se ha descubierto un cromlech (algo insólito al oeste del cordal Adarra-Mandoegi), así como la piedra cenizal de un sel, bajo la que han aparecido cenizas de hace 3.000 años. 

PIEDRA CENIZAL DE ONDARRE

Pero por si esto fuera poco, recientemente se ha descubierto en esta vaguada de Ondarre, un sílex de 50.000 años de antiguedad, la pieza más antigua encontrada en Aralar hasta el momento, que nos traslada a los tiempos en que estas tierras estaban habitadas por el Neanderthal. Si se elige la ruta que nos acerca por el valle de Alotza hasta Oidui, el caminante podrá dejarse embaucar por la magia del menhir de Saltarri tumbado en medio de la pradera, y su leyenda vinculada también a los jentiles.

VALLE DE ALOTZA

Sea cual sea el camino elegido, llegaremos a un pequeño vallecito donde se sitúa la majada, resguardada de los vientos del norte por las montañas del circo del Gañeta. Oidui esconde un auténtico tesoro etnográfico que afortunadamente podemos tocar con las yemas de los dedos, es como un gran libro que nos cuenta modos ancestrales de vivir y entender la vida. Varias de las chabolas que componen la majada, construidas con muros de mampostería, tienen techumbres vegetales de hierba sujeta con ramas entrelazadas, las puertas de acceso son bajitas y en algunas, dos troncos se cruzan en tijera sobre ellas. Esta antigua costumbre de cubrir las chabolas de las majadas con techumbres vegetales, hunde sus raíces en lo más profundo de nuestras viejas costumbres, se creía que el uso de la teja simbolizaba propiedad, y siendo chabolas comunales como eran, no se concebía el uso de la misma. 

MAJADA DE AUSOKOEGI, CON TECHOS DE TEJA

Eran tiempos en los que la solidaridad y la ayuda mutua eran fundamentales para la supervivencia en la dureza de estas montañas, y estas chabolas eran imprescindibles para estos antiguos montañeses. Tal vez una bonita lección para el hombre actual, habitante de un mundo totalmente individualista. Por motivos prácticos se fue perdiendo poco a poco esta costumbre y se impuso el uso de la teja para las techumbres.

CHABOLA DE OIDUI

La majada se completa además con rediles y fresnos plantados junto a las chabolas, este árbol fue sagrado en muchas culturas como la vasca, celta o escandinava pues se cree que es protector del rayo y que con sus profundas raíces conecta el mundo subterráneo con el terrestre, además suministra alimento a los animales y nos regala una fantástica sombra. Precisamente es en estas viejas culturas europeas donde encontramos otros ejemplos de cabañas con techumbres vegetales, de tepe, hierba o escoba. En el impresionante valle asturiano de Somiedo, enclavado en las montañas que unen Asturias con León, se oculta el tesoro de las brañas, son majadas pastoriles, que al igual que sucede en Oidui, cubren sus chabolas con cubiertas vegetales, en este caso de escoba. 

BRAÑA EN SOMIEDO

En la comarca de Os Ancares, situada entre Galicia y León, encontramos la localidad lucense de O Cebreiro, profundamente vinculada al camino de Santiago, en ella las denominadas pallozas cubren sus techumbres con escoba. 

PALLOZA EN O CEBREIRO

En los antiguos castros celtas que se localizan en el arco Atlántico, utilizaban igualmente techumbres vegetales en la construcción de sus viviendas. 

CASTRO DE SANTA TECLA EN GALICIA

También tienen techos vegetales las antiguas casas de Irlanda o Escocia, los molinos de viento holandeses o las construcciones que los vikingos llevaron a Groenlandia.

MOLINOS EN ZAANSE SCHANS, EN HOLANDA

Es bonito recordar que en un rincón recóndito de la sierra de Aralar, aun tenemos en nuestras manos la posibilidad de ver y sentir las antiguas formas de vivir de nuestros ancestros. Una pequeña joya de valor incalculable, un lugar de visita ineludible para quienes amamos la sierra de Aralar, sus espacios abiertos y libres, así como la historia y los pequeños secretos que se ocultan en sus rincones.


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