viernes, 1 de febrero de 2013

LA CALZADA DE LOS GENTILES



Marchemos al encuentro de una de las más importantes rutas transhumantes de nuestras montañas, caminaremos sin prisa por la grandiosa calzada de Enirio, la calzada de los gentiles. Pongamonos las botas situados en el aparcamiento del área de recreo de Olasakoi, a la que hemos accedido desde la localidad gipuzkoana de Zaldibia. Como aperitivo tenemos delante de nosotros la impresionante cara oeste del Txindoki, aunque tan sólo es un adelanto de lo que ésta preciosa ruta nos tiene reservado. Obviando el camino de ascenso hacía Auza Gaztelu (por el que terminaremos nuestra ruta), seguimos por la pista cementada hasta alcanzar el comienzo de la calzada justo cuando termina el asfalto junto a una borda, ya comenzamos a ver las losas de piedra por las que caminaremos, y si nos fijamos veremos las huellas que según cuentan  las leyendas, dejaron los carros de los gentiles que por allí pasaban.
 
Los gentiles son unos seres de la mitología vasca, dotados de una excepcional fuerza, a los que se les achaca la construcción de monumentos de enormes proporciones, como dolmenes e incluso iglesias, su raza terminó con la llegada del Cristianismo. Caminando entre hayas trasmochas por un precioso bosque, pasamos por la fuente de Gaintxola y llegamos a una pronunciada curva desde la que distinguimos gran parte de nuestro itinerario, el lógico trazado de la calzada nos atrae irresistiblemente a caminarlo  hasta el collado de Pikoeta que vemos a la derecha.  Tras pasar junto a varias chabolas comenzamos a ganar altura, entramos así en la zona mejor conservada de la calzada, grandes losas engalanan nuestro camino, unido a la maravillosa frondosidad de las hayas, convierten nuestro caminar en un maravilloso paseo.
 
 
Alcanzamos el collado de Pikoeta, donde termina el empedrado y comienzan los rasos de altura, verdes como una alfombra donde pastan, absortas y ajenas, rebaños de ovejas latxa, dejamos a nuestra derecha el dolmen de Kotaleku para llegar un poco más adelante a otro dolmen mucho más grande, el de Jentillarri (piedra de los gentiles).
 
 
Lugar mágico en un rinconcito de la sierra guarda la leyenda de la desaparición de los gentiles, los cuales estaban jugando a la pelota cuando vieron llegar una extraña nube, consultaron al más anciano de la tribu, quien sentenció que era la llegada de Kixmi (literalmente mono en euskera), es decir Jesucristo, y el fin de su era. Ordenó que lo despeñaran y el resto de los gentiles se ocultó bajo las losas del dolmen que tenemos delante. Es un monumento funerario que consta de una cámara de tres metros por  metro y medio cuya cubierta sujetan seis piedras, consta además de una galería y un túmulo, en su interior se han hallado restos de 27 individuos y diferentes útiles. Continuamos nuestro camino por una hondonada frente al dolmen, para acceder a una de las majadas pastoriles más interesantes de Aralar, la majada de Oiudi, situada a unos 840 metros de
altura, tiene algunas de las ya escasas chabolas con tejado de ramas y muros de mampostería que quedan en la sierra, testigos mudos de la antigua ley pastoril de no usar tejas para la realización del tejado pues significaban propiedad, y las chabolas eran comunales, antiguas costumbres que poco a poco se van difuminando en la inmensidad del tiempo. Frente a nosotros junto a una pista encontramos una colina sobre la que se asienta el menhir de Suputaitz, monumento megalitico, también conocido como Sanson Harri, nombre que le vincula al forzudo Sansón de la mitología vasca. Nos encontramos en una zona rica en megalitos, testigos mudos de siglos y siglos de historia y de historias.
 
Retornamos sobre nuestros pasos hasta el collado de Pikoeta, a nuestra derecha un sendero salva una langa, vamos ganando altura por éste camino, mientras se nos abre una hermosa de perspectiva de cumbres, Murumendi, aitzkorri, Gorbea, Anboto y Auza Gaztelu, hacía el cual dirigimos nuestro caminar. Llegamos al collado de Errekonta situado bajo la cumbre de ésta montaña, a la que accedemos por la loma hermosa, en su cima encontramos restos de la antigua torre-fortaleza que ya citada en el siglo XIII, se encargaba de guardar los pasos de mercancias que por la calzada se dirigían a la costa procedentes de la vieja Iruña (Pamplona), en su cima encontramaos restos de su forma circular y de las murallas. La mitología nos dice que fue construida y habitada por los gentiles, de hecho a su cima se la conoce con el nombre de “Jentillen sukaldea” (cocina de los gentiles).
 
 
La perspectiva desde su cima es espectacular, atrayendo constantemente nuestra atención la imponente pared oeste del Txindoki que se abre frente a nosotros. Descendemos por el lado contrario al del collado de Errekonta en dirección a una pista visible, que nos deja en el aparcamiento donde damos por concluida nuestra ruta.

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