SANTUARIO DE SAN MIGUEL DE ARALAR
Cada uno de
nosotros guardamos en lo más profundo de nuestra alma, allí donde más calorcito
hace, rincones escritos con letras de oro en el libro de nuestra existencia.
Son lugares únicos, da igual que sean más o menos bellos, conocidos,
apartados,… son lugares cuya sola mención despierta en nosotros una sonrisa
cómplice, una sonrisa de recuerdos y profundo amor hacia su magia. Cada uno
tiene el suyo o los suyos, ciudades, montañas, ríos, playas, campings, el muestrario
es tan grande como grande es la humanidad. Quizás el sentimiento que despierta
en nuestro ser es algo profundamente subjetivo, y probablemente incomprensible
a ojos ajenos, pero tal vez en eso, precisamente, estribe su magia, su fuerza,
ese algo que les hace únicos.
Uno de esos
lugares es para mí, el santuario de San Miguel in Excelsis, lo confieso, el
viejo templo de la montaña de Aralar, se acurruca en lo más profundo de mi
corazón, a sus paredes de piedra, a su silencio y calma, a sus paisajes únicos
me unen, desde niño, invisibles hilos de recuerdos, de momentos felices y de
personas que forman parte de mi ser. Para mí es uno de esos lugares esenciales
en mi existencia, un lugar intimo y personal, San Miguel, y toda la sierra de
Aralar, me han hecho de alguna forma como soy.
SANTUARIO DE SAN MIGUEL DE ARALAR DESDE ARTXUETRA
Desde su
atalaya milenaria, al cobijo de la montaña de Artxueta, este magnético rincón,
de hermosura abrumadora, vigila los viejos pasos del valle, que se acurruca a
su abrigo desde tiempos inmemoriales. Un maravilloso templo románico, guardián
de la esencia de la montaña, de viejos mitos y tradiciones antiguas, de una
historia que hunde sus raíces en lo más profundo de los tiempos, guardián,
además, de sentimientos profundos e íntimos.
SANTUARIO DE SAN MIGUEL DE ARALAR
El templo se
ubica sobre una planicie en lo alto de la montaña, llamada antiguamente “Mons
Excelsus” y “Excelsitas”, de aquí que se le conozca, incluso actualmente como
“In Excelsis”. Pues bien, este rellano, ha llamado la atención de quienes
aciertan a pasar bajo ella, desde tiempos inmemoriales. Sobre todo, cuando se
observa desde su parte SE, su forma, en cierto modo de altar, de ara, no ha
dejado indiferente a nadie a lo largo de los siglos. Pero además del magnifico
templo, esta sierra incomparable, esconde rinconcitos de belleza delicada, bosques
misteriosos, ríos saltarines que nacen directamente de la montaña, megalitos, y
un sinfín de pequeñas perlas agazapadas en cada recodo del camino, esperando
que nos acerquemos a ellas con respeto y curiosidad
El lugar
donde se ubica el Santuario de San Miguel in Excelsis, ha llamado la atención
de las gentes, desde los tiempos neolíticos, en los que, parece ser que, se
ubicó allí un lugar de culto, atraídos, tal vez, por la magia del lugar. Según
los especialistas, primero se coloca, probablemente, un dolmen, para luego
construir sobre el monumento megalítico un templo cristiano que fue
evolucionando hasta llegar al hermoso templo románico que podemos admirar hoy
en día. Según diversos estudiosos, el lugar con forma de ara donde se asienta
el templo, pudo dar incluso nombre a la sierra, Aralar, parece que pudo contar
con un altar votivo primigenio, el “Ara Coeli”, dedicado a una divinidad
guardiana de los caminos y habitantes del valle, algo muy común en determinadas
cumbres durante la romanización. La ruta que discurre bajo los pies del
santuario de Aralar, por el valle del Arakil, fue desde antiguo una
importantísima “autopista”, por la que circularon pastores neolíticos,
migraciones europeas, legiones romanas, peregrinos, y gentes de todo tipo,
hasta nuestros días. Una tesis defendida por grandes estudiosos de la materia,
nos dice que pudo haber una relación entre el Ara Coeli (el Araceli, Aracelium,
Aracillum de los geógrafos romanos), y sus habitantes (los Aracelitani), con
Arakil (Arakoeli, Arakoeill, Araquil).
Llegar al
Santuario de la montaña, sea como sea, por cualquier ruta, siempre ha sido algo
especial para mi alma errante de viento, su fuerza, su energía ancestral, sus
vistas, esos hilos que me unen con gentes y momentos de mi vida, es algo mágico.
Da lo mismo como lleguemos a este paraje único, da lo mismo que ruta elijamos,
los frondosos hayedos que suben desde Guardaetxe, los históricos pasos que
acarician la magia del valle de Ata, los senderos de vegetación exuberante que
suben desde el valle de Arakil, cada cual que elija el suyo, pero sobre todo
acercaros a su hechizo con clama y respeto, con la mente y el corazón abierto,
os aseguro que no os defraudará.
HAYEDOS DE ARALAR
Los orígenes
del templo, se remontan al siglo IX, cuando se levantó una iglesia carolingia
de la que tan solo quedan algunos sillares del muro, de tono más oscuro que los
demás, tres ventanas que vemos en el ábside con forma de herradura y los arranques
de una bóveda gallonada sobre el crucero. Según los expertos, se trataría de un
pequeño templo con aspecto prerrománico, que constaría de una nave con porche,
sobre la que se levantaría una capilla con acceso por una escalera de caracol. Esta
iglesia se perdió y sobre sus restos se construyó el templo románico, que
abarcaría la zona de ábsides de la iglesia que hoy vemos. Este se cita en
documentos del año 1032. Se completa durante el siglo XII, y se consagra
nuevamente en el 1141. La orientación de su cabecera se dirige al Este, posee tres
naves con cuatro tramos de longitud cada una, teniendo la central mayor
anchura, y en la que se ubica en su tercer tramo una capilla con techo y muros
y similar orientación que la iglesia. La cabecera del Santuario está formada
por tres ábsides, siendo el central ultra circular en el interior y poligonal
al exterior, los otros dos son de menor anchura y profundidad. Se accede al
templo mediante un atrio cerrado o nartex.
CAPILLA EN EL INTERIOR DEL SANTUARIO DE SAN MIGUEL DE ARALAR
En su
interior se venera la imagen de San Miguel Arcángel, una preciosa figura de
madera que se revistió de plata en 1756, se presenta al San Miguel alada,
sujetando una cruz sobre su cabeza, una iconografía poco habitual. Presenta una
cruz engastada en plata con el Lignum Crucis. En el altar destaca un hermoso
retablo de esmaltes de Santa María, una autentica joya de la esmaltaría medieval
europea, elaborado en el último cuarto del siglo XII. En él se ven diferentes
personajes destacando la Virgen con el niño o los Apóstoles entre otros.
IMAGEN DE SAN MIGUEL DE ARALAR
Allí arriba
os espera la magia, la historia, la belleza, pero también la leyenda, no en
vano estamos en uno de los lugares principales de nuestra mitología y donde
transcurre una de las más conocidas leyendas de la vieja cultura de la montaña.
Y es que tal y como recogió don José Miguel de Barandiarán, una vieja historia
tiene este lugar como protagonista:
“Bajo en Santuario de San Miguel in Excelsis, en la
montaña de Aralar, existe una sima, en la que, cuentan vivió un dragón. Solía
bajar a los pueblos cercanos causando auténticos estragos, por lo que los
vecinos de las aldeas, decidieron mandar a su cueva a una persona diariamente
para aplacar su furia. Se realizaba a sorteo, un día le tocó a una joven acudir
a la caverna a ser devorada por el herensuge. Se hallaba a la espera en la boca
del antro, cuando apareció por allí, don Teodosio de Goñi.
Este caballero navarro, del valle de Goñi, cumplía
penitencia por haber asesinado a sus padres. Y es que, a su regreso de las
cruzadas, el diablo se le presentó disfrazado, diciéndole que su mujer,
Constanza de Butrón, le era infiel, y que, en ese preciso momento, yacía con su
amante en su alcoba. La realidad era que la dama, había invitado a sus suegros
a vivir en su casa, mientras Teodosio estuviera fuera, cediéndoles su propio
dormitorio, y eran ellos quienes descansaban en la cama. El caballero ciego de
ira, mató a sus padres creyendo que eran su esposa y su amante, salió al
exterior y cuál fue su sorpresa al ver a Constanza correr hacia él para
abrazarlo. La dama explicó lo acontecido, y Teodosio acudió al párroco y al
obispo de Pamplona, quien lo envió a Roma a ver al Papa. Este le impuso una
condena, de vivir fuera de toda población, arrastrando una gruesa cadena al
cuello y cintura, y acarreando una cruz de madera. Su pecado se perdonaría en
el momento en que la cadena se rompiese por sí misma.
Teodosio se acercó a la joven que esperaba en la
boca de la caverna, tras contarle, ésta lo que sucedía, el caballero le dijo
que regresará al pueblo pues él ocuparía su lugar. Salió herensuge, y Teodosio
se encomendó al Arcángel San Miguel:
- San Miguel, Ayúdame.
Dicen que entonces se oyó en el cielo:
-San Miguel, te llaman del mundo.
- Señor, yo no iré sin ti, contestó el
Arcángel.
Y llevando a Dios (Crucifijo) sobre su cabeza, posó
sus pies sobre el dragón cortándole el cuello, y la cadena de Teodosio.
El caballero en agradecimiento edificó el templo en
el que aún hoy pueden verse las cadenas y un hueco que comunica con la sima”.
LAS CADENAS DE LA LEYENDA
Todavía hoy
en día podemos cumplir con el rito de pasarnos las cadenas de don Teodosio por
tres veces para evitar dolores, y meter la cabeza en el hueco que se ve junto
al altar de la capilla con la sima del dragón, podemos, en definitiva, sentir,
tocar y saborear nuestra tradición, nuestra vieja mitología.
Allá arriba
queda el mágico santuario, en su montaña, guardián de su magia, de su leyenda,
esperando a que retornemos a él, a que volvamos a sentir su energía telúrica y
única.